El marketing responsable incluye una serie de técnicas para buscar la solución perfecta para cada cliente. Una de ellas es el Design Thinking, una estrategia encaminada a cubrir dichas demandas según piensa un diseñador. Se desarrolló en la Universidad de Stanford (California, EE.UU) en los años 70 y utiliza la sensibilidad de los diseñadores para buscar la forma de cubrir las necesidades del cliente utilizando todas las herramientas y los recursos disponibles y así aportar un valor importante a la empresa y también al mercado.
Lo interesante de esta técnica es que puede aplicarse a cualquier aspecto del negocio al tratarse de procesos siempre innovadores. De esta forma podemos encontrar Design Thinking desde el diseño y desarrollo inicial del producto, hasta la definición del modelo de negocio o la implementación de todos los procesos necesarios para la fabricación del producto. Grandes empresas como Apple, Zara o Google lo utilizan continuamente en todos sus procesos. La imaginación es el único límite para aplicar esta técnica.
El trabajo en equipo es uno de los pilares para que todo el procedimiento funcione a la perfección. Todo el mundo tiene algo que aportar para mejorar cualquier aspecto, por pequeño que sea, en el lanzamiento de un nuevo producto al mercado. Todos pueden promover ideas y generar prototipos sin preocuparse por los resultados ni los posibles fallos iniciales. De lo que se trata es de crear un ambiente lúdico, sin corsés ni cortapisas, para que fluya la creatividad y todo el mundo disfrute del proceso y muestre su potencial.
Ya habrá tiempo de corregir errores, pulir y modelar, pero al principio es imprescindible soltarse e imaginar el mejor producto posible y la manera más interesante de lanzarlo. En este punto utilizamos todos los recursos que nos proporciona la tecnología para mostrar a nivel audiovisual y de la manera más impactante y atractiva posible, todo lo que la creatividad ha dado de sí para ofrecer las mejores soluciones de marketing a nuestro cliente.
¿Cómo poner en práctica el Design Thingking? Los creativos suelen trabajar de manera anárquica, pero también siguiendo unos protocolos y rutinas que siguen a rajatabla para que la energía creativa fluya convenientemente. Tener a mano papel, pinturas de colores, notas adhesivas, rotuladores, pegamento y una cámara de fotos en la mesa de un creativo es algo fundamental para la comunicación audiovisual y para atraer las buenas ideas que se van a desarrollar a posteriori.
En cuanto al equipo de trabajo es importante que sea lo más ecléctico posible para enriquecerse con los diferentes puntos de vista y que todos aporten su granito de arena en la consecución de los objetivos. Es muy importante que haya una persona que conozca a la perfección todo el proceso y que guíe a los demás en cada punto. Aunque los equipos suelen ser cerrados, también pueden sumarse otras personas en partes puntuales como en la tormenta de ideas inicial o la prueba de prototipos.
El equipo debe disponer de un espacio cómodo e inspirador, amplio, luminoso, con paredes libres para colocar la información que se va generando y con una mesa donde poner en común todos los avances del proceso. Un lugar donde se pueda desarrollar una actitud relajada, inconformista, empática, donde se escuchen y acepten todas las opiniones, donde no haya miedo a equivocarse y donde los errores se vean como oportunidades para la creación.
Una de las principales características del proceso de Design Thinking es que no es lineal, es decir que las distintas etapas no hay por qué cumplirlas de manera consecutiva, sino que se puede volver atrás o adelantarse adaptándose a las circunstancias o a la capacidad creativa del equipo. Es muy posible que se empiece generando una gran información que puede crecer o disminuir hasta enfocarse en el objetivo marcado, que no es otro que encontrar la solución perfecta de marketing para nuestro cliente.
En primer lugar, el factor más importante para comenzar el proceso es la empatía. Debemos ponernos en la piel del cliente para saber cuáles son sus preocupaciones, sus puntos a mejorar y las necesidades reales que debe cubrir para que su negocio se desarrolle en base al potencial que atesora. Es aquí donde comenzaremos a definir los problemas muy claramente para buscar soluciones.
Una vez enfocados en los problemas de la empresa comienza la fase de aportación de ideas para solucionarlos. Debemos evitar cualquier juicio de valor y cualquier pensamiento limitante. Los expertos en Design Thinking saben que toda idea tiene su valor, ya que las ideas más estrambóticas, pueden aportar las mejores soluciones a problemas difíciles de abordar.
En la fase de prototipos, materializamos las ideas más innovadoras para visualizar y palpar la posible solución que vamos a proponer al cliente. La idea aún es un pequeño embrión que no sabemos si seguirá creciendo o se quedará en un bonito proyecto. Mediante el testeo descubriremos si es la solución que buscamos, puliendo los posibles fallos y calibrando su capacidad real de cumplir con nuestro objetivo.
Si el procedimiento se ha desarrollado correctamente tendremos a un cliente satisfecho con la solución de marketing perfecta para su empresa. Esa es la única motivación que debe impulsar al profesional para usar el Design Thinking.